¿Porqué tenemos hambre y cómo evitarla?

¿Porqué tenemos hambre y cómo evitarla?

2016-05-05

¿Porqué tenemos hambre y cómo evitarla?


Tanto si quieres adelgazar, mantener tu peso o simplemente estar sano en algún momento sentirás hambre. Y comer cada vez que tienes hambre no es siempre lo mejor y más saludable porque la necesidad que sentimos de comer es un tema complejo en el que intervienen muchos factores.
 
Una complicada red de señales que comunican el cuerpo y el cerebro controlan el impulso que nos hace querer comer. Por esta razón no es fácil responder a la pregunta ¿Por qué sentimos hambre? El impulso de comer no surge solamente de la necesidad que tiene el cuerpo de energía intervienen además toda una serie de señales que surgen de nuestro interior, el entorno y la búsqueda de placer.
 
Vencer el impulso del hambre supone más que comer, es necesario entender como se producen estos antojos de determinados alimentos en particular. Porque si sólo comiéramos para satisfacer nuestras necesidades de energía no tendríamos problemas de sobrepeso.
 
En determinada situación, al experimentar ciertos sentimientos, al pensar, ver o recordar algo aparece el hambre. Estamos condicionados para que sea así no es que tú tengas un problema, es algo aprendido y puedes cambiarlo. Hasta alcanzar una relación más verdadera, más natural con la comida.
 
Cuando éramos bebés al llorar quizás porqué tenías frío o te dolía algo, sin tener hambre, inmediatamente te ponían algo en la boca: pezón, biberón o chupete. Empezamos a asociar la comida o tener algo en la boca con algo que nos relaja, distrae o alivia. La comida se convierte en el primer ansiolítico.

En la infancia los mensajes con contenido emocional son constantes: come o te pondrás enfermo = miedo. Come o no crecerás = más miedo. Come hazlo por mamá = chantaje emocional. Come piensa en los niños que no pueden = culpa. Come o te quedarás sin postre = Come así comerás más. La vinculación de comida con emociones es constante. Todo esto cuando nuestra capacidad crítica todavía no existe, lo aceptamos y pasa a formar parte de nosotros mismos.
 
Sólo recordar que la tarta con sus velas y canciones es el momento cumbre de cualquier cumpleaños infantil. Luego viene el subidón provocado por el azúcar y todos contentos. Que vivimos en una cultura en la que todo lo celebramos comiendo. Finalmente el poder enorme de la publicidad y su objetivo: asociar productos con emociones.
 
Comemos cuando estamos contentos para celebrarlo y cuando estamos tristes para consolarlos. Al estar cansados, enfadados, estresados o ansiosos. . .comemos para animarnos o distraernos. A menudo comemos para satisfacer una necesidad psicológica no física.
 
Se trata de deshipnotizarnos de ese condicionamiento masivo al que nos someten nuestra educación, cultura y la publicidad. Para recuperar una relación más saludable con la comida, con más libertad.
 
Es necesario entender que no es posible comernos nuestras emociones. Darnos cuenta de cuándo y porqué comemos y según lo que descubramos darle una respuesta que pueda dar satisfacción a la verdadera necesidad.
 
Cuando sientas un impulso que te empuja a comer plantéate ¿Cuánto hace que he comido? ¿Es suficiente? Y según que respuesta obtengas piensa en que estás sintiendo y como satisfacer realmente esta necesidad emocional sin recurrir a la comida.
 
Además factores que tienen que ver con nuestro estilo de vida como el sueño, el ejercicio y el estrés juegan un gran papel en la manera en que experimentamos eso que llamamos hambre.
 
Primero es importante entender que es el hambre. Que sucede en nuestro cuerpo y cerebro que nos hace decir “tengo hambre”. Sentir hambre significa por lo menos dos cosas muy diferentes.
 
Primero el concepto tradicional: cuando no has comido desde hace horas y se producen en el estómago contracciones dolorosas y empieza a gruñir, experimentas cierta debilidad y otras sensaciones corporales asociadas con el hambre. Este sentimiento surge de la necesidad que tiene tu cuerpo de calorías.
 
Tus necesidades de energía producen las señales que te indican que es la hora de comer. Se trata del “hambre homeostática” o hambre fisiológica. El cuerpo y el cerebro buscan mantener el equilibrio y nos piden energía en forma de alimentos con una compleja red de señales.
 
Los niveles de grelina una hormona corporal a veces llamada la hormona del hambre empiezan a aumentar pero descienden rápidamente al empezar a comer. Junto con señales de saciedad que empiezan con la saliva en la boca, y otras en el estómago y el intestino. En el cerebro igualmente toda una serie de sustancias llamadas neuropéptidos indican que necesitamos comer o cuando estamos saciados. 
 
Naturalmente la mejor manera de acabar con el hambre homeostática es comer. Y la mejor manera de mantener la sensación de saciedad es comer alimentos saludables. Una dieta que contenga una cantidad adecuada de proteínas y fibra es la mejor manera de sentirnos llenos. Numerosos estudios demuestran que comer cantidades importantes de proteínas aumenta y mantiene la sensación de saciedad.
 
Una alimentación variada y en cantidades moderadas con una proporción de 40% de carbohidratos, 30% de proteínas y 30% de grasas estabiliza los niveles de azúcar en la sangre y ayuda a controlar el hambre. Permite dominar los impulsos que nos empujan a comer y eliminar peso. Además proporciona suficiente energía para mantener un programa de ejercicio adecuado.
 
Es importante tener cuidado con ciertos alimentos. Los edulcorantes por ejemplo pueden confundir las señales de saciedad del cerebro engañándole y haciendo que sienta que no has comido a pesar de haberlo hecho y provocando que comas más.
 
Otro tipo de alimentos con los que es necesario tener especial cuidado son los productos procesados cargados de azúcar y grasas. Las personas como vamos a ver comen también por placer y este tipo de alimentos empujan al cerebro a querer más y más. Eliminan completamente las señales de saciedad en el cerebro y no podemos parar de comerlos. Estos productos además de azúcar, sal, aceites, grasas. . .incluyen emulsionantes, potenciadores del sabor y colorantes.
 
Si sólo comiéramos para satisfacer esta necesidad de calorías sería sencillo pero no es así. A veces sencillamente sólo queremos comida y no tiene nada que ver con las señales que indican nuestras reservas de energía.
 
Este otro tipo de hambre es la llamada “hambre hedonista” o hambre emocional. Este “simplemente” querer comer, buscar refugio en la comida o tener antojos es un tema más complejo.  Esta predisposición que tenemos los humanos a ingerir comidas apetitosas está generando verdaderos estragos en nuestra sociedad.
 
La enorme variedad de comidas realmente sabrosas y económicas a nuestro alcance ha provocado una verdadera epidemia de sobrepeso que supone una crisis sanitaria mundial. Muchas personas comen a pesar de que no lo necesitan e incluso no quieren hacerlo. Y cuanto más comen estas tan apetitosas comidas sus cerebros más se acostumbran a ellas y  a quererlas con más intensidad.
 
Podemos hablar de hambre pero este sentimiento de querer algo “apetitoso” tiene más que ver con la búsqueda de placer, distracción o relajación que con la necesidad de calorías.
 
La hipnosis puede ayudarte a darte cuenta que hay  placeres superiores al tan fugaz que da la comida, además sin renunciar a ella. Que el placer de disfrutar de un cuerpo saludable, atractivo y delgado es algo permanente. Al conectar con tu subconsciente el mundo de las emociones, la fantasía y el deseo es más fácil dirigir tu atención hacia aquello que tú realmente quieres y controlar tus impulsos. Te ayuda a encontrar la manera de dar verdadera satisfacción a tus necesidades emocionales sin tragártelas o taparlas con comida.
 
Pero mientras te decides vamos a ver como surgen estos impulsos que nos llevan a comer sin verdadera hambre y como vencerlos. La manera como una persona responde a los sentimientos de hambre determina si esa compulsión o deseo intenso e irrefrenable de comer se produce.
 
En general no somos conscientes de que tenemos hambre hasta que los sentimientos que la indican son fuertes o bien no tenemos que prestar atención a ninguna cosa en particular. También puedes estar experimentando alguna emoción intensa que te altera y quieres calmar o se produce una asociación inconsciente que nos hace desear un determinado alimento.
 
Cuando se produce una de estas cosas la conciencia de que tenemos hambre ocupa el centro de nuestra atención.  Si por ejemplo estás trabajando o realizando algo que requiere tu atención sólo te das cuenta de que tienes hambre al acabarlo.
 
Este paso de ser algo inconsciente a consciente hace que el hambre parezca muy importante por eso le prestamos atención y nos ocupamos de ella. Es lo que se llama un pensamiento intrusivo.
 
Si en ese momento vas y comes el pensamiento ha sido atendido y el deseo o ansia por comer desaparece. Pero si no lo haces este pensamiento intrusivo se convierte en algo obsesivo. Probablemente de manera inconsciente empezarás a imaginar el aspecto, olor y sabor de la comida en particular que deseas. Pensarás en como conseguirla. . . y empiezas a idealizarla. Das a la comida un valor que no tiene.
 
Y como pensar en comida es algo agradable seguimos haciéndolo y cada vez la sensación de que tenemos hambre aumenta, es cada vez peor. Elaborando ese pensamiento intrusivo inicial hemos generado un antojo, un deseo compulsivo de comer. Algo difícil de evitar, controlar y detener.
 
Imaginar comidas puede y suele provocar una respuesta emocional que alimenta el deseo de comer. Por esta razón una de las maneras de evitar que suceda es romper con este proceso mental necesario para imaginar comida. La mejor manera es utilizar el cerebro y el cuerpo en otras tareas, distraerlos hasta que el antojo desaparezca.
 
En nuestro curso Tu cuerpo ideal con programación mental te proponemos el siguiente proceso:
  • Bebe lentamente un vaso de agua, a menudo confundimos el hambre con la sed. Además, beber contribuirá a aumentar tu sensación de saciedad evitando que comas en exceso. Procura tener siempre a mano una botella de agua para recordar tu objetivo y mantener tu motivación.
 
  • Respira tres veces inspirando profundamente y soltando el aire muy lentamente; mientras lo haces, déjate llevar por sentimientos de relajación, control y bienestar.
 
  • Imagínate a ti mismo como esa persona que tanto deseas ser. Imagínate y sobre todo siéntete a ti mismo delgado, saludable y atractivo.
 
 
Recuerda la imaginación es siempre más poderosa que la fuerza de voluntad. Has de desarrollar tus propias estrategias. Las tuyas, las que son efectivas para ti.
 
Se trata por ejemplo de imaginar escenas que no están asociadas a la comida. Jugar al “Tetris”  ha demostrado ser muy eficaz. Cualquier cosa que requiera nuestra atención e imaginación visual resulta útil. Estas ansias por comer no duran mucho.
 
Utilizar técnicas como las que hemos mencionado ayudan a reducir su intensidad y  la cantidad de comida que consumimos. Son fáciles y cuanto más las practiques más efectivas resultan.
 
¿Qué técnicas son efectivas para ti? Deja tu comentario abajo.
 
Saber como surgen y pueden detenerse estos deseos te ayuda a hacer que desaparezcan sin necesidad de reaccionar y seguir el impulso de comer. La mayoría desaparecen por si solos si eres capaz de resistir. Si necesitas aumentar tus recursos recuerda, imaginar una escena familiar y agradable ayuda.
 
 
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